Los días soleados

                                         


El sol.

Aquel de la mañana o de final del día.
Ese que te acaricia suave y con luz tenue...


Hay días en los que el cielo está despejado, el sol brilla con esa luz dorada que todo lo baña, y el mundo parece susurrar que todo está bien. Pero también hay días grises, lluviosos, donde las nubes pesan y la luz escasea. La vida, como el clima, tiene sus ciclos inevitables.


Lo más curioso es que el verdadero clima no está afuera, sino dentro de nosotros. Porque he aprendido algo importante este año: los días más soleados no son aquellos con cielos perfectos, sino aquellos en los que nuestra mente decide brillar a pesar de las nubes.

El equilibrio interno es nuestro salvavidas invisible. 

Ese estado mental donde, a pesar del caos exterior, hay un centro de calma, un lugar interno donde se respira profundamente y recuerdo: esto también pasará. No es negar la dificultad, sino de no permitir que la dificultad nos niegue a nosotros: atravesarla.

Rituales cotidianos: volver al centro

He descubierto algo poderoso: las rutinas no son cadenas, sino anclas. Pequeños hábitos que, cuando se integran, se despliegan solos como rituales automáticos que nos devuelven al centro cuando nos desviamos.

Para mí, son los desayunos, algo rico preparado en casa con esa taza de café y música de fondo. Es un acto muy simple, pero es mi momento. Y cuando el mundo se agita, ahí están, esperándome como puertos seguros..

El arte de dejar ser...Aquí viene uno de los aprendizajes más profundos: perder la necesidad de darle vueltas y respuestas a todo. He gastado demasiada energía buscando explicaciones donde solo había situaciones, intentando cambiar algo que solo necesitaba ser aceptado.

Hay una fuerza enorme en aceptar sin cambiar. En mirar una situación complicada y decir "esto es así por ahora", sin la urgencia inmediata de transformarlo. En observar a alguien siendo quien es, sin el impulso de moldearlo a mi imagen.

A veces, simplemente hay que dejar ser: a las situaciones, a las personas, incluso a nosotros mismos en nuestros momentos menos brillantes. En ese "dejar ser" hay una paz que no se encuentra en el control constante.

He creado una lista con canciones que me alegran mucho. Puedes encontrarla como [Los días soleados ] en Spotify.


Este fin de año me gustaría invitarte a hacer un inventario no de lo que lograste, sino de la paz que cultivaste. Porque los logros vienen y van, pero la capacidad de mantener la calma en la tormenta es un tesoro permanente.

Te deseo que encuentres en ti lo que te genera paz y es tu lugar seguro, que crees muchos  días soleados internos. Esos días en los que, aunque afuera llueva o haya frío, dentro nuestro hay luz y calor suficientes.

Porque al final del camino, lo que recordaremos no será qué tan perfecto fue el clima, sino qué tan valientes fuimos para brillar incluso cuando el cielo estaba oscuro.

Que el próximo año encuentres -y crees- muchos días soleados, especialmente dentro de ti.







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